jueves, 6 de agosto de 2009

Un Minotauro llamado paradigma

Una vez un colega me preguntó: “¿Qué significado guarda un plano en contrapicado?” Yo en el momento presentí que caminaba hacia una trampa, pero aún así me atreví a responderle que dicho plano se utiliza para enaltecer al personaje en el encuadre. “Falso”, me corrigió, “un plano en contrapicado significa infinidad de cosas, dependiendo del uso que le des”.

Es cierto. Jamás se podrá decir que el cine es un medio rígido. Desafortunadamente, existe un laberinto sin forma –de paredes construidas por la carencia de creatividad– donde habita un Minotauro llamado paradigma que devora a la mayoría de los realizadores que se pierden en “códigos”, secuencias prefabricadas y clichés que atrofian los músculos de la imaginación.

"90% de los documentales son malos"


Cuando el director chileno Patricio Guzmán dijo, en una clase magistral del guión en el cine documental en la sala de la Cinemateca Nacional falconiana, que “90% de los documentales son malos, aburridos” puede que muchos lo considerasen una exageración, una posición extremista, pero yo tomé un respiro. En el momento me alegré de haber encontrado alguien que pensase igual a mí.


Muchos consideran a los documentales como sinónimo de Discovery Channel y de aburridas voces en off –con un pesado acento español– que relatan el ciclo de apareamiento de tal o cual animal o como se desplaza la manada. No es que haya algo malo con lo pedagógico en el área documental, pero no por eso todos los documentales han de seguir la misma fórmula de imagen-entrevista-imagen-voz en off-imagen.


Gringolas cinematográficas


Si nuestro temible Minotauro se llama paradigma, probablemente el laberinto donde este vive se llame objetividad. Puede que la tendencia latinoamericana a que los artistas audiovisuales sean “toderos” haya viciado a los realizadores hasta el mismo núcleo de su esencia creativa, amalgamando en un bizarro Golem al periodismo con el género documental.

Obviamente guardan sus similitudes, pero cuando la gente ve cine, incluso el cine documental, por lo general busca una visión nueva de algo conocido, o algo enteramente nuevo, ser transportado a otra realidad; y es precisamente aquí donde los documentales fracasan. Ellos no transportan a nadie a ningún lado. En mi opinión, si quisiese ver un simple reportaje pondría CNN en la televisión.

La búsqueda de la imparcialidad y de la utópica objetividad, lleva a los documentalistas a usar la investigación más como masturbación mental que como un fundamento para contar la historia que desean, si es que acaso tienen una noción clara de lo que van a contar más allá que de una idea en desarrollo de la boca de especialistas aburridos y de tomas genéricas sin ninguna personalidad.

¿Ficción sobre realidad?

Yo siempre he preferido la ficción porque concuerdo con una frase que escribió el guionista Eric Singer para el filme Agente Internacional (2009), quien dijo que “la única diferencia entre la ficción y la realidad es que la ficción tiene que tener sentido”. Es por esto que los documentales, normalmente carentes de dispositivo dramático, tienden a parecerme vacuos, no más que unos grandes despropósitos.

En mi opinión un nuevo manifiesto se hace necesario. ¡Documentalistas olviden la realidad! La realidad es subjetiva y sobreestimada. Entréguense a su visión y enfréntense a las prohibiciones que restringen la imaginación. Seamos libres del yugo. Ha llegado la hora de romper las cadenas de la "realidad" y asumir que la verdadera realidad es de quien la mira.

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