miércoles, 12 de agosto de 2009

Ceguera Ideológica

Se dice que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Esto no es falso, pero sí incompleto. El postulado debería ser: los pueblos que no conocen la historia están condenados. ¿Por qué? Porque la historia es un fenómeno cíclico y reiterativo que no conoce de barreras geográficas ni distancias temporales.

Seis décadas atrás en Alemania un hombre cambió el curso político del mundo para siempre. Su legado debería ser sujeto de estudio obligatorio para todas las generaciones futuras. Y si pensaste que hacía referencia a Adolfo Hitler estabas equivocado, hablo del hombre detrás de la parafernalia, el hombre que manipuló como un titiritero al pueblo teutón: Joseph Goebbels.

El poder de la propaganda

Goebbels y su ideario propagandístico levantaron un imperio en base a la seducción de los sentidos, el poder de la oratoria, y un brillante uso de los referentes, códigos y significados.

Entendiendo que la propaganda era una forma de manipulación, Goebbels reconstruyó a esta con un enfoque holístico que ha probado estar más arraigado en el gobierno venezolano de lo que nos gustaría creer.

La similitudes entre la forma de los discursos y el abordaje de las masas de la Alemania nazi y la Venezuela chavista son aterradoras. El precedente histórico deja ver con claridad analogías en la divinización de un líder –Hitler para los Nazis, Chávez para los revolucionarios– que se presenta como una suerte de mesías, infalible e invencible, que realmente entiende las necesidades del pueblo.

Unificación y cohesión de ideas

En ambas formas de propaganda se unifican los odios en el rostro de un enemigo “común”. La razón es simple: un enemigo en común genera simpatía entre los amenazados, lo que repercute en un deseo irrefrenable de ceder el poder a una figura que defienda a todos de los peligros inminentes, una persona que –en el caso de Venezuela– se vengue de quienes causaron los problemas del país.

Tanto en la Quinta República como el Tercer Reich, los discursos se basaron precisamente en este odio a una adversario común para propiciar intoxicantes y candentes discursos con propensión a la cólera, llenos de un deseo de agredir contra aquellos sectores normalmente acentuados en la sociedad (representados en Venezuela por los partidos políticos de tradición y la clase pudiente).

Mientras que Goebbels enseñó a los nazis a repudiar al comunismo y a los judíos, aquí Chávez está enseñando a odiar el capitalismo y la “clase oligarca y escuálida”. Sin embargo, de la misma forma que en el ideario goebbeliano, la promoción del odio venezolano no se limita a las fronteras nacionales, sino que trasciende a la xenofobia.

Más similitudes

La propaganda de la revolución bolivariana del siglo 21 también se ha centrado en desdeñar, ridiculizar y hasta demonizar lo foráneo –con énfasis en lo norteamericano– buscando un aislamiento ideológico que exagera y desfigura la globalización como un peligro a los valores nacionales; potenciando así a la revolución como la panacea democrática.

Con respecto a este punto la similitud se hace más notoria si se recuerda lo comentado por Streicher, Julius en el Prólogo a La cuestión Judía en educación de Fritz Fink. [Documento en línea (s/f) disponible: http://www.calvin.edu/academic/cas/gpa/frau01.htm] quien dijo: “El estado nacional socialista exige que los profesores instruyan a los niños alemanes acerca de la cuestión racial. Para el pueblo alemán, la cuestión racial es la cuestión judía."

Este sentimiento de orgullo enfermo y patriotismo deformado se ha magnificado exponencialmente provocando en la mente del colectivo una realidad alterna, una ceguera ideológica en la que los problemas del gobierno nunca son causados por este, sino por los enemigos de la causa que infatigables acechan desde las sombras como los villanos de un mal filme.

Sentimiento nacional (y no hablo de la canción de Guaco)

Así, con un pueblo motivado por el odio y unido por un “orgullo” nacional, el gobierno criollo le sigue los pasos a la estrategia de Goebbels y no se detiene allí. Nada de esto puede existir, ni mucho menos perpetuarse sin el adoctrinamiento ideológico. Para Goebbels y Chávez la fuerza el secreto de su poder radica en la eficacia y copiosidad de su mensaje.

Claro que sería irresponsable aseverar que la propaganda es exclusiva de la tiranía. Si analizamos el término desde sus orígenes etimológicos, nos percataríamos que toda propaganda busca propagar una idea. Lo que quiere decir que desde la iglesia católica, hasta la concientización social –tan bien vista en la sociedad post moderna–, todos se valen de la propaganda para sobrevivir.


Sin demonizar la media

El problema no radica en la propaganda per se, sino en su fusión inalienable con la educación. Goebbels organizó la educación alemana mediante los media para masificar de manera industrializada la adhesión y sumisión ideológica. Habría que carecer de sentido común para no ver la analogía con los planes educativos venezolanos actuales.

En el país se está amalgamando la propaganda chavista con las materias del pensum escolar. Su propósito, como bien se ha dado saber a vox populi por los mismos miembros del oficialismo, es transformar a la revolución en un concepto irrebatible. Para ellos “no hay marcha atrás”. Y en esto han triunfado. Mucho es lo que se habla de una revolución, pero ¿realmente hay una? Ellos nos han hecho creer que sí, y lo hemos aceptado. ¿Acaso no fue Goebbels quien dijo que una mentira dicha muchas veces se transforma en una verdad?

Conclusión: el pecado de ser individuo


La Venezuela incipiente está siendo moldeada de una u otra manera por el chavismo. En concordancia con las enseñanzas de Goebbels, la juventud venezolana está siendo condicionada para eludir el cuestionamiento, para ver al pluralismo como una deficiencia, aceptar la individualidad como un vicio, para perderse entre las masas.

Nadie parece darse cuenta salvo los oficialistas, pero las consignas que tanto vitorean los revolucionarios unifican el pensamiento y deterioran los músculos de la capacidad analítica. El país se está sumergiendo en un estado cuasi-hipnótico. Estamos atrapados en una monocromía roja, enajenados en la ilusión de que nuestras decisiones aún nos pertenecen.

2 comentarios:

  1. Estoy en acuerdo con la idea de que la máquina oficialista se mueve con propaganda al más puro estilo de esa época, pero piensa también que Goebbels, no se si de manera conciente o no, se inspiró mucho en los padres de la propaganda que fueron los bolcheviques, nada más ver cuatro grandes obras de Einsestein como La Huelga, El Acorazado Potemkin, Octubre y La Linea General, nos damos cuenta que la idea no es ni mucho menos nueva ni original, la diferencia radica en que tan efectivamente la aplicas; y aquí es evidente que el apoyo de dos titánicas máquinas estatales como lo fueron la Unión Soviética o la Alemania del tercer Reich fueron clave, además de la suma de talentos de gente como el antes mencionado Sergei Mikhailovich para los rojos, o Leni Riefenstahl para los nazis.
    Por otro lado creo que también hay que tener un cuenta un segundo método, un tanto más ortodoxo, que es la violencia pura y dura, nada dice las cosas más claras como un batazo o una bala de 9mm (y estoy siendo optimista).
    Interesante reflexión my friend.
    P.S. Octubre de hecho la proyectaron hace poco en una cinemateca "popular", so go figure...

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  2. Tenemos la tendencia de ver la historia como compartimientos estancos. Y a los fenómenos sociales arroparlos con el nombre de un héroe o anti héroe. Pero nadie recuerda al pueblo. Hitler llega al poder por el triunfo en elecciones que gano su partido. El pueblo lo eligió: ¿Por qué? Estamos hablando del pueblo donde provienen: Goethe, Beethoven, Albert Einstein, Martin Lutero, Gunter Grass, Herman Hesse, Adorno, Bach, Kant, Volker Schlondorf y un largo etc. Un pueblo culto, pues. Alemania pierde la primera guerra mundial por errores de cálculo. No estaban preparados para un conflicto largo. Las condiciones económicas impuestas por los aliados fueron onerosas y ruinosas. La economía Alemana se fue al foso por los impuestos de guerra. Se difundió la idea de la traición, como respuesta a la perdida de la guerra. Los comunistas, los judíos y agentes externos - dijeron - fraguaron la derrota. El pueblo se hecho en brazos de Hitler, que ofreció salvar la patria. ¿Y acá? 40 años de corrupción y de errores políticos convergen en nuestra realidad de hoy. Comparar a Goebbels y Chávez - más que un desatino – es solo desconocimiento de la historia. No es la propaganda. Solo son los errores del pasado.

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