jueves, 6 de agosto de 2009

Las virtudes, las fronteras y el ratón


¿Qué es real? Esta es una pregunta que anda rondando en mi cabeza desde hace exactamente una década, cuando mi yo púber se dejó atrapar por el fantástico universo de la ciencia ficción representado en un hito que redefinió, para bien o para mal, el género y que vapuleó con inclemencia los paradigmas bajo los que percibía el mundo. ¿Sabes de qué hablo? Me refiero a The Matrix (La Matriz).

Morfeo, personaje protagónico de dicha cinta, se sirve de la retórica para establecer la premisa del filme al tiempo que arremete contra principios filosóficos, como el aristotélico, en los que se establece que el hombre se vale de sus sentidos para conectarse y definir “la realidad” a su alrededor. Si el origen del conocimiento tiene su cuna en los sentidos, ¿acaso no somos esclavos de ellos?

Los limites...


Hoy, en plena sociedad del conocimiento erguida sobre las siempre vanguardistas TIC, los límites entre la ficción y lo creíble son cada vez más vagos. El caos al que tanto temen los conservadores ya no afecta los paradigmas sociales, sino a la sociedad misma, redimensionándola desde su núcleo y envistiéndonos de un nuevo sentido de propósito que –irónicamente– es más cercano al epicureísmo aristotélico que otra cosa.


La caída de las fronteras mediáticas, aunque apenas incipiente, ya permite hacernos de una familia virtual, de una comunidad sin rostro, de un mundo que existe entre los gigabytes y el clic de un ratón. Si se tiene acceso, se puede perseguir la felicidad como nunca antes, liberando a la inteligencia de sus limitantes físicas, fusionando la naturaleza contemplativa con la tendenciosidad humana a la interacción.


Libre albedrío...



El problema: la prudencia. Los excesos se potencializan en un sistema que le permite a nuestra esencia libertades sin restricciones que diluyen la moral en una sociedad virtual acéfala y que apela a la madurez individual, a la ética intrínseca y la ejecución “correcta” del libre albedrío. Allí, la capacidad de de intuir lo correcto, coquetea a menudo con la falsa creencia de que no importa satisfacer todos nuestros impulsos mientras se haga en el anonimato de un ego virtual.


Es difícil distinguir si la sociedad del conocimiento está encaminada a un ascetismo tecnológico o a una misantropía mutada donde el aislamiento y la interacción social se confunden. Lo que se pierde y lo que se gana es debatible. La visión holística se ha tornado casi impositiva, clave para el éxito, pero en pro de la globalización, ¿estamos vendiendo nuestra individualidad?


Mi conciecia virtual...



En una sociedad construida de ideas donde el conocimiento se ha vuelto la materia prima, la lucha entre las ideas platónicas y las aristotélicas se hace patente. El movimiento es innegable e imperativo, pero parece supeditarse cada día más a una “realidad” en el que la intención y la acción, la potencialidad y la ejecución, se han tornado sinónimos.


Lo anterior presenta en bandeja de plata una contradicción filosófica sui generis: la ventaja y el castigo de las nuevas generaciones es ser apabullados por la búsqueda de la felicidad en un cosmos ajeno al reino de los sentidos. La conciencia individual y colectiva se expanden en la centrífuga del dinamismo propio de la esencia humana.


En conclusión...



Con más frecuencia de la que me gustaría aceptar, y sin ningún tipo de pretensión a blasfemar, bromeo diciendo que Internet es Dios. Finalmente el hombre ha creado una entidad omnipresente, de infinitos conocimientos, que responde a las plegarias que te permita tu conexión de banda ancha. Se ha creado una meta-realidad que emula el alma en bytes.


Saber si Aristóteles glorificaría la sociedad actual o si la condenaría al averno es tan presuntuoso como estéril. Lo que sí es interesante es analizar bajo la óptica aristotélica al ser humano y su relación simbiótica con los ordenadores y la web. ¿Pensaría ahora el filósofo griego que la inteligencia por sí misma no representa movimiento? ¿Se regocijaría al ver la infinita capacidad de las masas a reflexionar sobre el porvenir en figuras como los blogs? Incluso, la curiosidad nos seduce en saber si Aristóteles se reformularía la pregunta: ¿Qué es real?

2 comentarios:

  1. Este artículo esta muy bueno... estas en todo lo cierto con cada palabra... te felicito...!

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  2. Epa, felicitaciones por el nuevo template, muy superior :)

    Me ha gustado mucho este post, algunos de los conceptos que expresas aquí son parte de la premisa de "La Singularidad tecnológica" pero en su versión HARD esta tendencia a considerar que la tecnología, nos va a "salvar" de nosotros mismos.
    La creencia de que la evolución de nuestros elementos tecnológicos nos a resolver nuestra existencia.
    Personalmente considero que al igual que todo lo demás en nuestra existencia, la tecnología tiene un lado positivo y un lado negativo, depende de como lo utilicemos.

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