viernes, 24 de julio de 2009

Un pueblo maravilloso. Capítulo 3 - Al otro lado del reflejo

Para cuando abre la puerta del cuarto de baño, Marcos descubre que adentro no hay más que el silencio de su reflejo en el espejo. Se sonríe. Se siente viejo. 55 años no son fáciles de cargar.

«No hay nada que ver», o eso cree. Antes de salir, nota otra cosa con el rabillo del ojo. El baño limpio con baldosas adosadas en orden perfecto, no se ve igual al otro lado del espejo.

Marcos voltea para darle otro vistazo. Todo está bien. Se alivia al ver que el reflejo está en perfecto orden. «¡Menuda estupidez!» Sacude su cabeza. Mejor debería irse a darle de comer a su gato.

Pero aún no sabe que no podrá ir a casa ni esa noche ni ninguna otra.

Algo está mal. Su mano se detiene antes de tocar la perilla corroída. La puerta frente a él es metálica, no de madera. Todo a su alrededor es decadente, opresivo. Lo que antes era azul, ahora es de un rojo óxido. Sobre él, aspas industriales giran pesadamente tras unas rejas.

Marcos mira con detenimiento el reflejo una vez más. De alguna forma el baño al que entró está al otro lado del espejo. ¿O fue él quien cruzó al otro lado sin darse cuenta?

Su corazón martillea su pecho mientra él golpetea el espejo. Nada pasa. Está atrapado. No puede salir de la misma forma que entró. De alguna forma ya no está en su mundo. Y muy en el fondo sabe que no está alucinando.

Sólo le queda una opción: alistar su arma y cruzar el umbral de la puerta.

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