martes, 20 de octubre de 2009

¿Tres son multitud?

Para los religiosos representa la Santísima Trinidad, para lo pitagóricos era el número perfecto -por tener un principio, un desarrollo y un fin-; pero para la industria cinematográfica el número 3 representa una variedad de escenarios: una tendencia, una oportunidad para explotar al máximo el éxito económico y, en más ocasiones de las que muchos desearían, una receta para el desastre.

Hoy parece que es inevitable llevar a una trilogía cualquier película que tenga un buen desempeño en la taquilla, incluso en ocasiones donde resultaba imposible considerar que el argumento pudiese extenderse más allá de su concepción original.

Nadie debe o puede negar la importancia del cine como industria, o de los filmes como productos de consumo masivo, pero ¿hasta qué punto es válido aprovecharse de los espectadores que asisten a ver a sus personajes favoritos una vez más? ¿Cuándo deja de ser un asunto comercial para convertirse en prácticamente una estafa?

Responder imparcialmente y con suficiente justificación es complicado y pretencioso, así que eso no es lo que se pretende, sino más bien intentar cuestionar el por qué de esa nueva tendencia fílmica a repetir en cada súper producción una saga de tres o más episodios. ¿Será que es algo meramente comercial o es falta de creatividad?

Es poco probable que haya falta de creatividad, guiones y guionistas sobran, aunque guiones que le atraigan a los altos poderes ejecutivos de la industria, bueno, eso ya es otra cosa completamente distinta. Aunque dentro de todo no hay que culparlos o hacerlos ver como villanos, no es nada fácil abrirse a guionistas noveles cuando el cine independiente -cuna de nuevas promesas- rebosa de argumentos trágicos e ideas pesimistas.

No hay que mal interpretar, el cine independiente es absolutamente necesario. Es sólo que no a todos les agradan los argumentos de transexuales con hijos bisexuales que incursionan en la pornografía, eso sin olvidar que el público de obras como estas son bastantes restringidos.

¿Dónde están esos guiones de comedias inteligentes y sencillas como The Breakfast Club? ¿Dónde quedaron esas películas que no requerían de presupuestos de trescientos millones de dólares para funcionar? ¿Será que ahora le servimos a los efectos especiales y no ellos a nosotros? ¿De verdad Julia Roberts vale 20 millones de dólares?

Una vez más: es difícil de responder. Lo cierto es que a menos que un guión realmente se piense desde el comienzo para ser realizado en tres capítulos o se trate de un guionista muy talentoso lo más probable es que se termine en una buena taquilla, pero un fracaso épico para los fans.

Después de ver X-Men 3: La Última Batalla, o incluso casos más famosos como el de la reconocida The Matrix, se puede llegar a perder fe en lo que Hollywood nos puede ofrecer, y ahora que se están presentado casos como el de Superman, Viaje a las Estrellas o la franquicia Resident Evil (ahora una tetralogía) es sólo normal preguntarse ¿hasta donde vamos a llegar?

Realmente no es importante si es una película o siete, como en el caso de Harry Potter, siempre y cuando no sean una excusa para robarnos indirectamente el dinero o intentar apelar a nuestro apego emocional a personajes e historias con el fin de atraernos como moscas a la miel.

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