
La trama…
Los extraterrestres tienen dos décadas viviendo en la tierra en medio del hacinamiento y el maltrato. En el transcurso de un operativo de desalojo del Sector 9, un agente de la MNU se ve infectado por una sustancia extraña que le provoca una mutación incontrolable, transformándolo en el blanco de todos y el aliado de nadie.
Lo bueno…
Este filme es emotivo y maduro. Su estética de falso documental no hace sino reforzar el realismo de todo el concepto. Técnicamente es soberbio, y sus efectos especiales ponen en ridículo a muchas “súper producciones” como G.I Joe. Además, el trabajo del director novel Neill Blomkamp es refrescante.
Lo que más disfruté del filme, obviando sus profundas analogías, fueron las interesantes flexiones dramáticas del guión. Se nota que los personajes fueron trazados muy bien en el papel y traducidos en excelentes interpretaciones por parte de los actores. Sus ambigüedades morales y la contextualización del escenario son un deleite.

Lo malo…
El ritmo de la película entra en una centrífuga de acción que nunca de cae cerca del tercer acto, lo cual resulta un poco frustrante. Eso, en contraste con un final muy poco hollywoodense –a pesar de que a mí me encantó– termina por desconcertar a la audiencia. No es un filme para todo público, de eso sí estoy seguro.
Lo cierto…
Hay dos tipos de personas en las salas de cine: quienes creen que los Transformers de Michael Bay son el epítome de la ciencia ficción, y lo que odian a los anteriores por ser unos ignorantes. Este es un filme para el grupo número dos. Un filme lleno de alegorías interesantes y una carga emotiva, combinada con ciencia ficción, que mantendrá a los más ávidos geeks al borde de sus asientos.
8.5/10